ENTREVISTA A ANDRÉS L. MATEO

Por Carlos Oliva
Agradecimientos a Margaret La Piggy

 

La presente entrevista fue realizada por Carlos Valenzuela (Santo Domingo, 1985), miembro del colectivo Viralatex, motivada en parte por la génesis de lo que ha sido la obra El eterno retorno del error (2015), video-instalación multicanal en la que se abordan la relaciones entre poder y lenguaje en la historia reciente de República Dominicana.

Andrés L. Mateo (Santo Domingo, 1946) es doctor en filología por la Universidad de La Habana y ejerce la docencia en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, donde es decano de estudios generales. Desde hace treinta años es columnista en periódicos dominicanos y escribiendo actualmente para Hoy y Acento. Entre sus méritos se encuentra haber sido galardonado con el Premio Nacional de Novela del año 1981 por La otra Penélope, el Premio Nacional de Ensayo del 1994 por su obra Mito y cultura en la era de Trujillo, el Premio a la Excelencia Periodística del año 1999 o el Premio Nacional de Literatura en el año 2004.

 

En su libro Las palabras perdidas se incluye el texto El poder y la cultura, ¿a qué se refiere exactamente usted cuando afirma que el poder no ha tomado la cultura como medio de legitimación?

En la República Dominicana hay una situación especial, en términos del proceso histórico. En razón de que nuestra independencia es atípica en relación con las que se dieron en el mundo americano. Ese ciclo de independencia comienza hacia 1811 aproximadamente, con los intentos de Miranda en el Cono Sur y, quien culmina ese proceso, es nada más y nada menos que la figura de Bolívar, esa figura tan trascendente, pura expresión del mundo hispanoamericano.

Nuestro proceso es diferente. Para empezar, los dominicanos no nos independizamos de España, nosotros teníamos una ocupación haitiana que arranca desde 1822, cuando ese período de la España Boba se da, una vez finalizada la independencia efímera de Núñez de Cáceres. Lo segundo es que nuestro proceso no es una independencia derivada de la conformación de un criollo que ya tiene el dominio de la estructura económica, como ocurrió en el Cono Sur, sino que hay unas ansias de separación, hay un deseo de identidad expresada en ese núcleo humano que era enteramente diferente a la cultura del invasor. Y lo tercero, y muy importante, es que la independencia dominicana está empinada más sobre un descubrimiento cultural propiamente dicho, que sobre un hecho económico-político, y en consecuencia, por eso es una separación, porque es entender la existencia de una otredad. Ese conglomerado humano que está allí, que se conforma a partir de un proceso histórico particular vinculado a una cultura española, es totalmente diferente a este otro proceso humano que se conforma a partir de ese ciclo de la intervención de los piratas, corsarios y filibusteros, que desde la isla La Tortuga van a conformar una expresión francesa, enteramente diferente a la expresión española   que se habla en el Oeste de la isla. Eso quiere decir que nosotros somos un resultado atípico de la formación del Estado-nación en el mundo americano, completamente atípico, y eso hace que la cultura sea un factor importante, determinante.

Curiosamente, sin embargo, la cultura nunca ha servido a las clases dominantes en la sociedad dominicana para legitimarse. No es lo que va a ocurrir en un proceso histórico también complejo y difícil, como el mexicano; en el cual, hay muchas etapas de interrupción, de consolidación del Estado nación, incluso, hasta un emperador, es decir, en México hubo un emperador y hubo variables de gobiernos interventores que desnaturalizaban la esencia de la identidad mexicana y, por lo tanto, la legitimación del proceso de consolidación allí, o en muchos otros países americanos, fue el resultado de una expresión enteramente legitimada por la cultura. Nosotros tenemos un origen de la independencia que se funda más en la cultura que ningún otro país hispanoamericano, por las singularidades a las cuales me he referido. Pero, sin embargo, la clase dominante en la República Dominicana nunca ha validado una cultura propia para legitimarse. Todo lo contrario: lo exótico, lo extraño, lo referido a los modelos de interactuación sociocultural europeos o norteamericanos, o los ingleses, son los referentes con los cuales la clase gobernante se ha identificado; y ese es un déficit, sin ninguna duda, de nuestra formación del Estado-nación.

Continuando en esa línea y partiendo de la premisa de que la política o el poder no se ha legitimado en la cultura. ¿Cómo ha influido la política dominicana en el pensamiento intelectual y en la cultura nacional?

Mucho. En la historia dominicana, desgraciadamente, el aspecto político es predominante y, todas las debilidades que conforman un Estado anómico —un Estado en el cual las instituciones no funcionan— se derivan del individualismo, de las prácticas políticas deformantes, de la no solidificación de las instituciones. Si tú miras todo el panorama del pensamiento intelectual del siglo XIX en la República Dominicana, te vas a encontrar con que las quejas, las jeremiadas de los intelectuales del siglo XIX dominicano, todas, descansan en el hecho de que nuestra presencia autoritaria es demasiado extensa en el tiempo y en el espacio. De 171 años de vida republicana que tenemos nosotros, apenas hemos tenido un interregno de vida democrática propiamente dicha, que no alcanza ni a 30 años. Y que, se puede encerrar en 2 o 3 figuras cimeras que apenas duraron 6 o 7 meses en el poder. Como Ulises Francisco Espaillat, como Juan Bosch, como algunas manifestaciones del gobierno provisional de Luperón, que son oasis, momentos, instantes, muy efímeros, de la expresión democrática. El resto ha sido una tradición autoritaria, donde figuras como Buenaventura Sánchez, como Santana, figuras como Lilis, Trujillo, Món Cáceres, como Balaguer, sólo esas figuras alcanzan casi dos tercios de la historia dominicana y son todas figuras de expresión autoritaria. Por lo tanto, la politiquería, el caudillismo, la personalización de los procesos sociales, han esfumado el funcionamiento óptimo de las instituciones, y han generado lo que conocemos hoy; han generado estados en descomposición, han generado circunstancias de agudo, pero muy agudo predominio de la corrupción, desinstitucionalización galopante, en fin, la deuda social, una enorme deuda social también derivada de eso.

¿Cuál es su opinión en relación al impacto que ha tenido esa deformación de nuestra mal llamada democracia en el mundo del arte propiamente dicho? 

Bueno, nosotros tenemos etapas muy difíciles en la posibilidad de expresar el arte como un territorio de libertad, porque, en los interregnos tan largos de la dictadura, las expresiones artísticas han tenido también que ser condicionadas. Pongamos una etapa, bastante contradictoria de la historia social y política dominicana: la era de Trujillo. En ella van a surgir los grandes movimientos artísticos dominicanos, la poesía sorprendida, el vendrinismo, va a surgir el postumismo, la generación del 48, las grandes expresiones del pensamiento dominicano, es decir, los intelectuales que propician sistemas de pensamiento. Vamos a tener a un Tongo Sánchez, vamos a tener a figuras de la filosofía, a un Peña Batlle; pensadores todos conservadores pero vinculados a una manifestación artística que es propia y nuestra.

Pero, ¿surge también en el marco de las vanguardias del siglo XX, que se dan dentro de regímenes totalitarios?  

Por supuesto, van a surgir las expresiones de las vanguardias provenientes del mundo europeo, pero las vanguardias en las condiciones de la dictadura trujillista van a tener que renunciar a un elemento esencial de su autodefinición, que es al factor político y social. Todos los ismos del mundo europeo: dadaísmo, surrealismo, cubismo, todo lo que tú quieras, en el mundo europeo van a tener como norte no sólo una manifestación artística que va a romper con la tradición clásica, es decir, todas las nociones de espacio-tiempo, todas las nociones en relación con los elementos composicionales, todo lo que se genera a partir de la modernidad, y expresado en el arte, dado como una manifestación de la vanguardia; todo eso se acompañaba de una intención superior que era cambiar el mundo, transformar el mundo, darle al arte una instrumentalización que sirva también para la liberación política, social y económica de los seres humanos.

En la República Dominicana no pasa lo mismo, cuando aquí entran todos los ismos: futurismo, escritura automática, etcétera, van a tener que pagar una cuota de adaptación a las condiciones de la dictadura trujillista. Y esa cuota de adaptación era adecuar la expresión del discurso a la atmósfera de asfixia moral y política que la dictadura imponía, en una palabra: había que adaptarse a las condiciones particulares de la dictadura. Por lo tanto, las vanguardiasaquí, que tienen su concreción en estos movimientos literarios y artísticos, en sentido general, se van a despojar de un elemento crítico esencial que la define en el mundo europeo. Es como si tú tienes un cangrejo al que le arrancan las muelas, bueno, sigue siendo un cangrejo pero ya no te puede picar. Eso pasó aquí, y las vanguardias se convirtieron sin ninguna duda también en un elemento de acondicionamiento de la atmósfera trujillista. 

Ha tocado un punto acerca de que en ese momento el arte no era auto-referencial, que no se miraba a sí mismo. En ese sentido, ¿la política en la República Dominicana se mira hacia sí misma, se mira como ejemplo, como espejo? Los textos de Walter Benjamin en los que se habla de la auto-referencialidad del arte y, como los nazis y los soviéticos, o en el caso de los nazis ellos estetizan la política, vuelven al Estado un objeto estético.

Como todo régimen autoritario que instrumentaliza el arte, como el futurismo con relación alfascio italiano, como el realismo socialista, por ejemplo, con relación a la revolución bolchevique de 1917, como cualquiera de los grandes movimientos que se adosa a su vez un movimiento artístico. Esa expresión sin ninguna duda, que se va a corresponder con eso, es la auto-proyección que tiene el arte, pero, en muchos de estos casos, vaya, ¿qué es lo que ocurre? por ejemplo, ¿por qué el futurismo italiano se hace lenguaje del fascio? bueno, porque el fascismo que es un fenómeno de masas. Mucha gente analiza hoy a Hitler y a Mussolini como si fueran seres demoníacos, pero también eran líderes de masas. En el caso del fascismo también veía su auto-referencialidad cuajada en las conquista que las masas italianas podrían obtener del régimen como entes individuales. Y por eso el carrito Hillman pequeño, por eso el Volkswagen en Alemania, por eso la valoración que tiene Marinetti del poder de la fábrica, es decir, cómo la fábrica va a construir una sociedad igualitaria a partir de la enorme cantidad de producción en serie que tiene y a partir de la influencia de la mercancía en la mente del hombre moderno. Entonces se comienzan a construir los carritos pequeños, los Hillman, el famoso Fiat pequeño, el escarabajo alemán, todas esas cosas que son referencias que se ven en los regímenes autoritarios y que el arte intenta expresar como si fuera la consumación de una felicidad ciudadana. Porque, para que el fascismo y el nazismo fueran fenómenos de masas, obviamente los factores políticos tenían que haberle dado beneficios tangibles a las multitudes y a las masas. Y en eso se auxilia un poco el arte con el régimen político.

En este país no se da esa situación. En el caso de Leonel Fernández, se hacen muchas ‘’manifestaciones de libertad’’, más festivales ahora, más concursos. ¿Cómo se percibe el arte?

No, porque eso es cooptación. En el caso de la República Dominicana es cooptación e inmovilismo social, es decir, ¿cómo tú movilizas a los artistas? por ejemplo, tú mencionaste a Leonel, ¿cómo Leonel inmoviliza a la clase media? a partir de la cooptación, a partir de establecer un sistema de becas, un sistema de pensiones, de jubilaciones, a partir de neutralizar ciertos efectos negativos, digamos, en las prácticas de los perfiles profesionales; promulgan la ley de cine, te puede propiciar una bienal de más amplitud, una feria del libro donde se invierten millones y millones, en fin, todas esas son estrategias de cooptación, que la humanidad practica desde el imperio romano...

El dulce et utile horaciano del imperio romano, no era más que esa forma de domesticar el arte, domesticar las expresiones culturales a partir de la gestión de Estado. En el mundo griego, por ejemplo, nada era gratuito, la tragedia cumplía una función fundamental para el equilibrio de la sociedad que era la llamada función catártica. En el mundo moderno ¿qué pasa?, bueno, que se usan a los artistas, tú no ves que en los mítines y en los espectáculos de los políticos se llevan cantantes. Fíjate en Peña Suazo que cobra hace más de 11 años como vice-ministro de cultura sin ni siquiera saber dónde está cultura, no tiene la menor idea de dónde está cultura, [risas] cantando ese merenguito ahí a lo pendejito, cobra en cultura, es así. Eso es un uso instrumental de las manifestaciones artísticas, del arte, del pensamiento. El que me lee en los periódicos y el que me ve hablando en televisión y el que lee mis libros sabe, yo soy un hombre de cierta edad pero yo soy rebelde por excelencia. Ahora, en la República Dominicana hay un problema grave para la reproducción de la vida material, o sea, para la comida, para el vestido de los hijos, para la casa, para mantenerse. A partir de las puras expresiones del arte tú no logras obtener suficiente dinero para la reproducción de la vida material y, en consecuencia, son vulnerables los artistas, los intelectuales, los escritores. Yo no soy tan vulnerable porque, aunque yo he sido vice ministro y todo eso, yo soy un hombre que he vivido toda la vida del mundo académico. Tal vez por eso yo puedo tener posiciones independientes, pero la realidad es que todas las manifestaciones de independencia de los intelectuales, de los artistas, de este país, son bastante precarias porque no hay una base material sobre la cual mantenerse, sostenerse, y empinarse, los artistas y los escritores y los intelectuales, desgraciadamente eso es así. La necesidad empuja a la abyección, empuja al sometimiento, hasta a la lambonería.

En cuanto a la producción de bienes culturales, ¿qué papel usted cree que debe desempeñar el Estado? Me he fijado mucho en las esculturas que se construyen, y desde un tiempo a esta parte la calidad de los materiales ha bajado, o sea, usted ve que desde hace 6 años para acá las esculturas se hacen todas en resina. En períodos anteriores, del balaguerismo para atrás, había una megalomanía a la hora de construir,  se hacían esculturas hasta de 4 metros vaciadas en bronce, una oda al poder ¿no? y a la fuerza.

Sí, porque la arquitectura y la escultura es un habla, y tú puedes leer la fuerza y el poder de quienes la hacen.

Entonces, la pregunta va dirigida a qué papel usted cree que debe desempeñar el Estado desde el punto de vista de ser el responsable de construir bienes culturales que al final serán legado, y que son las riquezas de una ciudad.

Bueno, ese es, digo yo, el papel fundamental del Estado. Estimular un tipo de arte libre, de calidad, e imperecedero. ¿Qué revela, entonces, ese tipo de arte provisional, en un material que desaparece? Revela muchas cosas en términos políticos, económicos y sociales e incluso factores muy groseros como por ejemplo la corrupción, propiamente dicha. Una parte importante de la inversión que se hace en construcciones del Estado entre las cuales se incluyen obras de arte de gran envergadura, agrega un valor.

Cuando Trujillo la mayor parte de los murales que se hacían en este país, los hacía Vela Zanetti, y todavía puedes encontrar, incluso aquí, en la casona que tenemos nosotros allí que era donde vivía doña Julia Molina, la madre de Trujillo, que vivía allí arriba, en esa casa. Tan pronto tú entras ahí hay un mural de Vela Zanetti, probablemente uno de sus murales más conocidos. Y te vas a los grandes edificios que hizo el trujillismo, y encontrarás una enorme cantidad de murales también de Zanetti. Lo que ha habido es una degradación de esas manifestaciones que acompaña a las obras del Estado, y una desnaturalización del papel del Estado en estas cosas porque, ¿cuál es el papel del Estado en las expresiones artísticas? Estimularlas.

 Es muy difícil que tú puedas administrar la cultura, el arte, los artistas, los escritores, los cineastas, los bailarines, los dramaturgos. Todos ellos en general son gente libre. Gente que no quiere cortapisas, que no quiere limitaciones a la expresión libérrima de su espíritu, y en consecuencia, es muy difícil administrar la cultura. Un ministro de cultura no debe administrar la cultura, no es su papel. Un ministro de cultura debe estimular las creaciones de todo tipo que tengan que ver con las manifestaciones espirituales de una comunidad en un determinado espacio-tiempo. Y, en consecuencia, debe ser un ministro de cultura, un funcionario de cultura, un encausador de esas expresiones culturales enteramente libérrimas. De otra forma, la cultura se convierte en algo manipulable, y una cultura mediada por la manipulación no es auténtica nunca, ni tiene trascendencia. Cualquiera que sea el nivel en que esta cultura se expresa, eso hay que tenerlo en cuenta siempre cuando uno hace cultura, cuando uno escribe, cuando uno hace literatura, cuando uno escribe un artículo en los periódicos, etcétera. El arte, la cultura, su condición sine qua non es la libertad. 

¿No es esa una visión romántica del arte?

En absoluto.

¿Qué rol, en ese orden, debe asumir el artista frente a una cultura, o un arte cooptado, como usted dice?

Bueno, en realidad ahí entran en juego los matices de la personalidad en la historia, hay gente que la miseria material no lo puede liberar de la miseria moral y, por lo tanto, tienen una relación dialéctica. Hay gente que no, que puede tener miseria material y se sobreponen a la miseria moral. Yo recuerdo a mi mamá, por ejemplo, me decía que una cosa era ser pobre y otra cosa era ser miserioso. La miseria y la pobreza son cosas distintas, puedes ser pobre, incluso pobre de solemnidad, pero si tú tienes un espíritu de comprensión de los procesos históricos y sociales y tú conoces tu papel, si acumulas una autoestima satisfactoria y te enfrentas con gallardía y autenticidad a los problemas de una sociedad cualquiera, entonces tú no eres un miserable, podrás tener necesidades, déficits, pero la miseria moral pesa más que la miseria material. Desgraciadamente, eso ocurre también con los artistas, con los escritores, con los pensadores, que en determinado momento colocados en la vida material, en la existencia objetiva frente a la necesidad de auto-producirse y determinarse, claudican, se entregan, son ancilares como decíamos ahorita, porque están al servicio de ideas y cosas que contradicen la riqueza de la vida espiritual. Eso sin ninguna duda que es negativo y lo único que te salva allí es tu formación, tu firmeza en relación con las ideas de las cuales tú eres portador, eso es lo único que te puede salvar. Ahí no hay ningún tipo de discurso de deseo que pueda sustituir la realidad, yo por eso tampoco los critico, yo conozco mucha gente en este país que dice que es poeta, que dice que es intelectual, pero yo no puedo concebir a un poeta, a un intelectual, que tenga una vida espiritual miserable, mezquina. Para mí es una contradicción insoluble. Pero hay gente que puede y tiene capacidad de sobrevivir, desgraciadamente.

Continuando en el orden del poder y la cultura, ¿qué acción dialéctica se da entre estos dos fenómenos?

Sabemos que hay una retícula de poder en el orden social. Desde Michel Foucault para acá, ya no analizamos el poder simple y llanamente como una superestructura o como una infraestructura que gobierna el orden social. El poder es múltiple, y por lo tanto la interrelación entre poder y cultura está atrapada en el seno de esa retícula, o sea, no hay manifestación cultural que no sea mediada, que no sea controlada, por quienes manejan fácticamente el poder. Por ejemplo, yo tengo 30 y pico de años largos escribiendo en periódicos dominicanos, en Listín Diario, en El Caribe durante muchos años también, he sido columnista de El siglo, también fui director deColoquio, su suplemento. Desde hace 6 y 7 años soy columnista del periódico Hoy. O sea yo soy una persona vinculada, enteramente a medios de comunicación del establishment, yo no escribo en un periódico clandestino, ni perseguido.

Ahora, la conciencia que yo tengo de que mi escritura tiene un límite, es la conciencia de que el poder está interactuando con los límites de mi libertad, sé hasta dónde llegan mis límites en una columna. Soy de los tipos que dicen más cosas duras en este país, y eso son miles y miles y miles de personas que lo saben, que digo cosas duras, y probablemente una de las columnas que másfeedback tiene es la mía, que más se discute, de la que más se habla. Soy duro, digo cosas duras, y yo acuso.

Si me pierdo y me creo que el ámbito de mi libertad es el ámbito absoluto, tengo que conocer muy bien en el ejercicio de mi práctica cuáles son mis límites. Le puedo decir ladrón siete veces a Leonel Fernández, ahora, sé cómo se lo digo, hay que saberlo escribir, a cualquier otro no le publican la columna, diciéndole a todos estos tígueres lo que yo les digo, y lo sé escribir en forma tal que yo no soy demandable, nunca en los 34 años que tengo escribiendo en periódicos.

Ahora me demandan pero no es por eso, no es por los artículos en los periódicos, es por un libro, por El lado oscuro de la Sun Land, del que escribí el prólogo y del que hice una presentación, pero es una demanda enteramente injustificada como se lo demostró la juez en Miami, porque yo conozco mis límites. La relación entre cultura y libertad, es siempre caminar sobre el filo de la navaja, siempre. Yo soy un tíguere formal [risas], mira, yo acabo de venir ahora de una actividad académica en la que habló el rector, en la que habló un ministro, y hablé yo como decano, bueno, ese ámbito en el que tú te mueves que impugna pero con el que al mismo tiempo interactúas es vivir en el filo de la navaja. Si tu no aprendes eso en una sociedad de sobrevivientes como esta, no puedes sobrevivir.

De pragmáticos, como usted decía en uno de sus artículos, que le vocean ¡poeta!

Sí, pero tú no puedes dejar de ser lo que eres,  ni siquiera por la comida de mis hijos yo dejaría de ser lo que soy. Así como yo tengo mis límites y reconozco la relación entre el poder y la cultura, y reconozco que no le voy a imponer desde la cultura, digamos, mis ideas al poder, tengo, sin embargo, la opción de poner mis ideas en circulación y que con el tiempo sean mis ideas la que transformen las estructuras de poder. Como ha ocurrido siempre, en la historia de la humanidad. Nosotros celebramos a Duarte, pero Duarte no fue el que ganó, quienes ganaron fueron loshateros, quien ganó es el grupo de los Bobadilla, quien gana es Santana, son los afrancesados, los que no creen realmente en la viabilidad de la nación los que ganan. Ahora, ¿a quién celebramos? ¿a Santana? Celebramos a Duarte, porque él era la idea, el pensamiento. Los otros zarparon, y atraparon el poder, hay que saber cuáles son los límites del poder, hay que saber cuáles son los límites de la cultura, hay que interactuar en el seno de esa realidad, y convertirla, como decía el poeta Celaya, en un arma del futuro. 

¿Cómo usted cree que puede influir positivamente la política en las manifestaciones culturales que genera el Estado?

Simple y llanamente, estimulando, desde el punto de vista de dar sustentación económica y viabilidad. Si ofreces como político limpio un paradigma y un modelo de referencia impecable, tú contribuyes con el arte y con la cultura. Si la educación dominicana tuviera productos, resultados diferentes, tuviéramos más consumidores de libros, tuviéramos más personas enteramente en posesión de su libertad, tuviéramos mejores ciudadanos, tuviéramos conductas y realidades sociales diferentes a la actual. Transformar toda la vida de relación social a partir de la gestión de gobierno, de la gestión de Estado, es el papel de los políticos. Si ese papel se cumple bien, entonces la cultura se salva, la cultura crece. Y es una relación dialéctica, de la misma forma en que crece el peso de la cultura y los ciudadanos son más cultos, más educados, tienen mayor nivel educativo, en esa misma medida la política se ve obligada a ser ella misma muchísimo más transparente, más diáfana. ¿Tú crees que si este fuera un país de letrados, muchos de los políticos actuales seguirían vigentes? No. Esa gente se aprovecha de la ignorancia, se aprovecha de la indefensión de este pueblo, de la miseria material, y convierten el país en el espectáculo de degradación en que permanentemente vivimos.