El pasado 28 de octubre se hizo pública la anulación del premio otorgado a la obra Lo que no se saca de raíz, vuelve a crecer, del artista David Pérez Karmadavis, presentada en la XXXI Bienal Nacional de Artes Visuales de Santo Domingo. La decisión, firmada por el actual ministro de Cultura, Roberto Ángel Salcedo, marca un precedente inédito en la escena artística dominicana y ha desencadenado una crisis institucional que evidencia una profunda fractura entre distintos sectores del ámbito artístico.
La impugnación fue presentada por el Colegio Dominicano de Artistas Plásticos (CODAP), que argumentó que la obra era perecedera y, por tanto, violaba las bases del concurso. Tanto el jurado de selección como el de premiación han defendido su decisión, este último redactando una carta el mismo día en que se dio a conocer la noticia de la anulación.
A continuación, se presenta dicha carta, junto con otra misiva escrita por la artista y colaboradora de Onto, Raquel Paiewonsky, ambas reproducidas de forma íntegra.
Santo Domingo, República Dominicana
28 de Octubre de 2025
Señor,
Roberto Ángel Salcedo
Ministro de Cultura
República Dominicana
Observaciones sobre la interpretación del término “material perecedero” adoptada por el Ministerio de Cultura en la Resolución No. 18-2025, que deja sin efecto el Laudo de premiación.
Distinguido señor ministro:
Como integrantes del Jurado de Premiación de la 31.ª Bienal Nacional de Artes Visuales, nos dirigimos a usted para expresar nuestro profundo pesar ante la decisión del Ministerio de Cultura de adoptar una acepción conceptual que, desafortunadamente, afecta toda la interpretación técnica especializada con la que el equipo de Jurado realizó su labor y, por tanto, desautoriza los demás premios y menciones otorgadas.
Esta decisión, adoptada sin acatar las garantías que el propio Estado dominicano, a través del Ministerio, nos otorgó en el contrato de trabajo, vulnera los principios de transparencia, independencia técnica y debido proceso establecidos por la Constitución de la República (en sus artículos 63, 64, 68 y 69) y la Ley No. 107-13 sobre los Derechos de las Personas en sus Relaciones con la Administración Pública. El jurado fue constituido precisamente por su competencia técnica y autonomía profesional, de modo que la revocación de una decisión emanada de su deliberación deslegitima la función misma del Jurado y el sentido institucional de la Bienal Nacional.
Hasta la fecha no hemos recibido ninguna comunicación formal o informal por parte del Ministerio —ni sobre la ratificación de uno de los premios por parte del Comité Organizador de la Bienal, ni sobre el recurso jerárquico interpuesto por la parte impugnante ante el Ministerio, ni sobre la decisión de involucrar al autor de la obra en cuestión por medio de un acto de alguacil—. Esta omisión constituye no solo una falta de transparencia y debido proceso, sino también un incumplimiento directo de las obligaciones contractuales asumidas por el propio Ministerio frente a los miembros del jurado, en las que se establecía expresamente el respeto a la independencia técnica, la comunicación oportuna y la participación en cualquier procedimiento derivado de las decisiones adoptadas por este cuerpo colegiado.
En la Resolución No. 18-2025, el Ministerio adopta una interpretación del concepto de “material perecedero” que contradice las definiciones aplicadas en el ámbito legal dominicano y en el ámbito técnico especializado por parte de instituciones como el ICOM (International Council of Museums). El Ministerio sustituye dichas interpretaciones y opta por la acepción del diccionario de la Real Academia Española (“poco durable, que ha de perecer o acabarse”). Esa definición carece de pertinencia en: a) el contexto legal y comercial dominicano; b) el sistema institucional del arte contemporáneo; y c) el de la conservación museológica, donde lo perecedero se refiere a materiales cuya descomposición es inmediata e irreversible —como alimentos, fluidos o materia orgánica en descomposición—, no a materiales orgánicos estables, como son la madera, el papel o fibras vegetales.
El Ministerio ha fundamentado su decisión en una lectura del término “perecedero” que contradice los estándares internacionales técnico-especializados sobre los cuales nosotros, como Jurado de Premiación, actuamos al realizar nuestro trabajo y emitir nuestro juicio. Dicha interpretación desvirtúa además el marco institucional en el que se inscribe la práctica museográfica y de conservación del arte contemporáneo. Por lo tanto, al anular nuestro criterio e interpretación deltérmino, todo el trabajo realizado —recogido en el Laudo de Premiación— queda comprometido y vaciado de legitimidad. Cabe señalar que las demás obras premiadas incluyen, de manera parcial o total, materiales como la madera, el papel, las fibras vegetales o los pigmentos orgánicos.
Nuestra posición no busca confrontación, sino preservar la legitimidad de los procesos institucionales que garantizan la autonomía de un trabajo técnico especializado. Lamentamos que este sea el desenlace y confiamos en que los diez artistas premiados y las dos menciones sabrán entender nuestras razones. Reiteramos nuestro respeto por la Bienal Nacional de Artes Visuales, pero no podemos validar un procedimiento que vulnera la independencia técnica del jurado y sienta un precedente grave para el ecosistema artístico dominicano y para la confianza pública en la institucionalidad y las instituciones gubernamentales.
Atentamente,
Yina Jiménez Suriel
Orlando Isaac
Allison Thompson
Santo Domingo, República Dominicana
29 de octubre, 2025
La Bienal Nacional de Artes Visuales: La Negación del Presente
La reciente decisión del Ministerio de Cultura de retirar el premio otorgado al artista David Pérez (Karmadavis), reconocido por un jurado especializado durante la Bienal Nacional de Artes Visuales, marca un retroceso alarmante y sin precedentes en la historia del arte dominicano. Este acto supone una falta de respeto inadmisible hacia el jurado, cuya autonomía y criterio —pilares de cualquier proceso artístico serio— fueron descalificados pese a haber actuado con el rigor y la integridad que exige un evento de esta naturaleza. Desautorizar su decisión no solo vulnera su integridad profesional, sino que también quebranta la institucionalidad cultural del país.
Ante los ojos del mundo, la República Dominicana queda expuesta como una nación que desestima los procesos normativos que garantizan la autonomía del arte y sus manifestaciones. Proyectamos una imagen de fragilidad institucional e incapacidad para respetar los fundamentos de un ecosistema cultural saludable. Esta actitud, producto de un profundo desconocimiento sobre el lenguaje del arte actual, nos sitúa un siglo atrás en términos de gestión, legitimidad, criterio y visión cultural. El arte contemporáneo no existe para complacer gustos individuales ni prejuicios morales; existe para provocar reflexión, desafiar estructuras y ampliar nuestra conciencia. Desconocer esto es desconectarse del presente.
Lo ocurrido no afecta únicamente a un artista de trayectoria sólida, afecta la confianza de toda una comunidad creadora y erosiona la noción misma del derecho cultural. Instamos a que esta decisión sea revisada con urgencia y que se restituya el premio otorgado por el jurado, como primer paso para reparar el daño simbólico, ético e institucional cometido.
Centralizar el poder desarticulando las capacidades de la institucionalidad cultural dominicana es profundamente riesgoso. Cuando todo se decide desde unos pocos, es imposible asegurar procesos honestos y legítimos. La cultura no puede ser administrada desde una sola voz.
Hace aproximadamente una década, el grupo De Mano con la Bienal trabajó exhaustivamente junto a una comunidad amplia de artistas, curadores y gestores con el propósito de revisar y actualizar las bases de la Bienal Nacional. Se buscaba generar unmodelo participativo y vivo, acorde con la realidad del arte dominicano y el mundo. Fue un proceso consensuado, riguroso y presentado formalmente al Ministerio de Cultura. Sin embargo, ese trabajo nunca fue implementado ni reconocido por la práctica institucional.
Al parecer, las visiones obsoletas de ciertos grupos de poder dentro de la institucionalidad del arte en la República Dominicana pesan más que los años de trabajo, experiencia y compromiso de quienes realmente impulsan su desarrollo.
Hoy la Bienal continúa sostenida sobre un modelo desfasado, completamente alejado de los procesos, debates y transformaciones que definen el arte actualmente. Se ha reducido a una vitrina de obras terminadas, sin propiciar procesos de investigación, acompañamiento, interacción pública ni dimensión educativa. Favorece dinámicas competitivas que no representan el pulso real de la producción nacional ni tiene el poder de convocar a muchos artistas cuya práctica resulta hoy vital e influyente.
Durante esta edición, la Bienal quedó paralizada. Los espacios de mediación y programas públicos fueron suspendidos ante un clima de tensión y mezquindad institucional. Este estancamiento evidencia la falta de liderazgo capaz de conducir los debates con madurez y conocimiento. Los desacuerdos son naturales en el arte, pero cuando se gestionan con respeto y criterio se transforman en oportunidades de aprendizaje, no en actos de censura.
El Museo de Arte Moderno es un espacio emblemático y de gran valor para la cultura nacional. Sin embargo, un museo no se define únicamente por sus muros, sino por la vitalidad de su gestión y su capacidad para articular un proyecto cultural coherente, activo y comprometido con su contexto. Es imprescindible fortalecernos institucionalmente, no solo frente al tema bienal sino también ante el evidente deterioro de algunas obras de la colección nacional, lo que pone de manifiesto la urgencia de una política sostenida de preservación y cuidado del patrimonio visual dominicano.
La Bienal debería funcionar como una herramienta para fortalecer la producción artística nacional. Más que un evento aislado, necesita consolidarse como una plataforma viva que fomente el diálogo y la reflexión, vinculando a artistas, curadores, gestores y público en un proceso continuo de aprendizaje y construcción cultural.
Actualizar la Bienal es un deber institucional y un acto de responsabilidad política. Este llamado defiende el derecho a la cultura, la legitimidad de las instituciones y la inteligencia colectiva de un país que debe estar a la altura de sus creadores.
Raquel Paiewonsky
